Tras su paso por Estados Unidos, Javier Milei aterrizó este sábado en La Paz con una misión breve pero cargada de cámaras: asistir a la ceremonia de jura y entrega del bastón de mando del nuevo presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz Pereira.
Acompañado por su hermana Karina Milei y el canciller Pablo Quirno, el mandatario argentino se movió entre los actos oficiales como quien conoce el libreto del poder regional, aunque sin perder su estilo de outsider global.
El anfitrión del evento, el vicepresidente Edman Lara, abrió la ceremonia agradeciendo la presencia de las delegaciones internacionales y destacó especialmente la visita del presidente argentino, que ocupó la primera fila del salón plurinacional.
La escena se iluminó con teléfonos en alto: diputados y senadores bolivianos se disputaban la selfie con el invitado estrella. Milei sonreía, posaba, y hasta pareció disfrutar el minuto de fama que da la política cuando se disfraza de gala institucional.
El contraste llegó con el protocolo cruzado. Yamandú Orsi, presidente de Uruguay, se acercó primero, amable, mano tendida y sonrisa franca. Todo diplomacia. Pero cuando apareció Gabriel Boric, el saludo fue más corto que un suspiro: Milei apenas extendió la mano desde su asiento, sin levantarse. Un gesto que en política pesa más que cien discursos.
Desde la cuenta oficial del Gobierno argentino en X se difundieron imágenes de la ceremonia, con un tono de “visita fraterna” y encuadres cuidadosamente editados. El mensaje: Argentina volvió al escenario regional, aunque siga sin mirar a todos a los ojos.
Una vez concluido el acto, el presidente emprendió su regreso a Buenos Aires en vuelo especial, con llegada prevista para las 17:35. Viaje relámpago, flashes incluidos.
Para Milei, el cambio de mando en Bolivia no fue solo un acto protocolar: fue la oportunidad de tantear un posible nuevo aliado liberal en el altiplano. Rodrigo Paz Pereira, pragmático y moderado, podría convertirse en un socio clave para el equilibrio de Milei en la región.
La jornada dejó la postal exacta de la diplomacia contemporánea: un presidente que sonríe para las fotos, mide los apretones de mano y construye alianzas a golpe de cámara.
✍️ ©2025 Redacción cultural, con asistencia del Laboratorio de Realismo Callejero
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