por Enrique Guillermo Avogadro
Buenos Aires, 24 /09/2023
Cuando sumamos a los casos que enumeré la inexplicable fortuna del Jefe de Gabinete de Axel Kiciloff (Martín Insaurralde), a quien su ex mujer (Jessica Cirio) le reclamaba US$ 50 millones y acordó en US$ 20 millones y la renovada tentativa de Cristina Fernández de obtener el acuerdo del Senado para Ana María Figueroa, la ex Juez de Casación cesada constitucionalmente por la Corte Suprema, y desatar así un nuevo conflicto de poderes, se terminan los argumentos para intentar convencer a los votantes para que no salten al vacío.
Ni siquiera sirven –y me consta personalmente- las versiones de un probado (400 candidatos massistas en las boletas electorales de La Libertad Avanza) y siniestro pacto entre Javier Milei y Sergio Massa para que desistan de su apoyo al energúmeno líder libertario, sea porque los han encandilado sus demenciales propuestas, sea por la desilusión y el hartazgo que sienten ante una singular democracia que, claramente, no sólo no ha solucionado los problemas cotidianos sino que los agrava todos los días.
La Argentina se parece cada vez más, con su inflación desbocada, su inseguridad cotidiana y con la desesperanza que provoca la falta de futuro, a la Alemania y a la Italia de entreguerras, cuando el caos socioeconómico llevó a sus ciudadanos a abrazar modelos autoritarios y disruptivos.
En épocas más recientes, también lo hace al interior de los Estados Unidos, que llevó al poder a Donald Trump, quien puso (¿lo volverá a hacer en 2024?) a la democracia más permanente del mundo al borde de un abrupto final y que es confesamente admirado por Milei. ¿Cuánto se vincula la afirmación del pre-candidato republicano –“puedo matar de un tiro a alguien en la 5ª Avenida y no perder por ello un solo voto”- a las locuras que dice sin parar el libertario?
Debo decir que me asombró la distancia que tomó Eduardo Eurnekian, dueño del embrión que germinó a Milei durante tantos años, su criatura, alarmado por el riesgo de una tiranía si éste se consagrara en noviembre. Y lo mismo me sucedió con el persistente y rotundo fracaso de los candidatos de La Libertad Avanza en todas las elecciones provinciales, aunque lo adjudico al personalismo y al dogmatismo de su fundador y, consecuentemente, no creo que sea traspolable al escenario nacional.
Falta menos de un mes para saber cómo será nuestro país en los tiempos que vienen pero, y eso ya sí lo tengo claro, tuve razón cuando quemé gran parte de mi biblioteca –la que alojaba libros de ciencias políticas- al ver que el Ministro/candidato de Unión por la Patria conserva el apoyo de un tercio del electorado y la probabilidad de estar presente en el ballotage, a pesar de la innegable catástrofe que su gestión ha provocado, incrementando la pobreza en cuatro puntos porcentuales, duplicando la devaluación de nuestra moneda y produciendo una pérdida de 13% en el poder adquisitivo del salario.
Es cierto que los argentinos hemos sobrevivido a muchísimas crisis y salido de ellas, pero no lo es menos que, cada vez, hemos bajado un escalón, profundizando nuestra decadencia. Ahora estamos ante lo posibilidad de ascender, pero la foto (no la película) de hoy parece indicar que volveremos a desperdiciarla.
Hasta la próxima
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