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Las masacres del mar…una herida abierta en nuestra humanidad, dice el Papa

ElCanillita.info, 15/08/2023
El Pontífice alienta los esfuerzos de la política, de la diplomacia y de todos los que trabajan para prevenir los naufragios y rescatar a los sobrevivientes, pero detener los barcos” es irrelevante. Lo que importa es la gente. A nadie le importaría cuántos botes de segunda mano caen al fondo del Mediterráneo si no fuera por los desesperados hombres, mujeres y niños que se hunden con ellos, agotados por intentar sacar agua de una embarcación desvencijada usando sus zapatos. Los supervivientes se aferran a la esperanza de mantenerse a flote el tiempo suficiente para ser recogidos por algún buque mercante de paso, alcanzando así a otros 89.158 (según datos del Viminale) que lo han conseguido este año.

Un eslogan más serio para cualquiera que se preocupe de verdad sería “Detengamos las muertes”. A menos que podamos persuadir a quienes se juegan la vida de que la recompensa nunca merecerá el riesgo, seguirán viniendo y seguirán muriendo.

Nadie de la clase política se está cubriendo de gloria en este asunto. Los ministros imaginan que les sirve de algo hablar de insensibilidad, pero la reciente chapuza del Ministerio del Interior evoca al Inspector Clouseau más que a Calígula. La oposición exhibe su compasión, segura de que su sinceridad no puede ponerse a prueba por estar del otro lado del gobierno.

Las “rutas seguras y legales” suenan muy bien, pero dependen de acuerdos con déspotas que harían sonrojar a Idi Amin Dada. Y el peligro que corren los partidos de izquierda indecisos, ha quedado demostrado por el reciente éxito electoral de los partidos antimigración en Italia, España y Suecia. El ex asesor de Bush, David Frum lo expresó sucintamente: “Si los liberales insisten en que hacer cumplir las fronteras es un trabajo que solo harán los fascistas, entonces los votantes contratarán a fascistas para hacer el trabajo que los liberales no harán”.

Se trata de un problema mundial, no debemos fingir que la Unión Europea y Gran Bretaña están en primera línea de la crisis de los refugiados. La mayoría de las personas que huyen de la persecución simplemente se mudan a otro lado, a algún lugar marginalmente menos opresivo. Turquía e Irán se enfrentan a siete millones de refugiados, muchos de ellos procedentes de Siria. Los colombianos luchan contra las secuelas del caos de Venezuela. Ucrania ha aumentado la población de refugiados en Alemania a más de dos millones.

Las travesías marítimas hacia Europa se ven empequeñecidas por los colosales flujos que atraviesan el Paso del Darién en Panamá, la principal puerta ilegal hacia Norteamérica. Este año, la ONU prevé que el número de personas que atraviesan ilegalmente los 100 kilómetros de bosques y pantanos ascenderá a más de 400.000, posiblemente más del 40% de ellos niños.

Este mes se reveló que cuatro polizones nigerianos se habían subido al compartimiento del timón de un buque de carga con la esperanza de llegar a Europa, sobrevivieron 14 días, comiendo pasta de dientes y bebiendo orina. Tristemente, el barco toco tierra en Brasil. El polizón llamado Thankgod Yeye dijo con optimismo a los periodistas que los $500 al mes que podría ganar allí eran ocho veces más de lo que obtendría como peón en Nigeria. Le permitiría enviar dinero a su familia y tal vez algún día llevarlos a Brasil.

El brutal cálculo para los pobres del mundo es contundente. El riesgo de perecer es probablemente inferior al 1%, consiguen llegar a un país más rico y es casi seguro que cambiarán el futuro de su familia para las generaciones venideras. La causa que mueve a la mayoría de los que se suben a los botes o desaparecen en la selva no es el miedo a la persecución. Es la oportunidad.

La cifra crucial aquí no es el número de los que hacen la travesía. Se trata de 650.000 millones de dólares que, según estimación del Banco Mundial, los emigrantes enviarán este año a las naciones de renta baja y media, lo que supondrá hasta el 20% de la renta nacional en algunos países. Los datos del Migration Policy Institute de Washington muestran que ni la guerra, ni la recesión, ni el Covid han frenado el aumento imparable del flujo de remesas: los totales mundiales han aumentado más de un 15% desde 2021.

En Pakistán, que acoge a 1,7 millones de refugiados, en su mayoría afganos, la proporción del PIB que representan las remesas se ha quintuplicado en los últimos 20 años, pasando del 1,8% (1.500 millones de dólares) en 2001 al 9% (31.300 millones de dólares) en 2021; alrededor del 10% del total procede de la UE. Un trabajo de limpieza, con dinero en mano, permite enviar 200 euros al mes a los parientes duplicando los ingresos familiares de la familia afgana media. La misma suma equivale al salario de tres semanas en Irak, Irán y Albania.

Sé por experiencia propia que incluso las pequeñas remesas a los familiares en el extranjero pueden ser transformadoras. Hoy en día abundan docenas de servicios de transferencia internacional de dinero. Los sitios web de comparación indican la mejor oferta para Nigeria, Pakistán o Filipinas. Las transferencias a través de teléfonos inteligentes son especialmente atractivas para los inmigrantes ilegales; Italia alberga a más de un millón de indocumentados, más que ningún otro país de Europa, que en su mayoría envían dinero a casa.

Unas semanas en una barcaza no eliminarán el incentivo de arriesgar la vida o enfrentarse a la deportación. Detener el flujo de dinero a casa, sí. El Tesoro podría decidir mañana imponer una tasa del 50% a todas las transferencias superiores a 100 euros al año. Podría exigir controles de identificación más estrictos por parte de las empresas de transferencias, con fuertes multas en caso de incumplimiento. Esto, por supuesto, acabaría instantáneamente con docenas de empresas, haría menos probable que la gente de los países en desarrollo comprara productos y destruiría los sueños de decenas de millones de niños en los países pobres. Pero sin duda detendría el flujo de inmigrantes a través del Mediterraneo o el Canal de la Mancha, si se crée que lo que realmente importa es la vida.

La mayoría de los emigrantes lo arriesgan todo para transformar las perspectivas de sus familias, pero hay formas de cambiar la dirección del viaje, sólo una vida mejor en su propia casa puede detener las pateras.

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