El ministro Caputo abrió la Conferencia de la UIA con la soltura del alumno que llegó tarde pero igual pide que nadie copie. La consigna del encuentro es “El futuro se produce hoy”, aunque la pregunta subyacente parece ser si alguien puede producir algo entre impuestos, juicios laborales y tasas que dan vértigo.
Martín Cabrales, anfitrión industrial, hizo de vocero de un sector acostumbrado a sobrevivir con casco puesto: menos impuestos, menos informalidad, menos sorpresas. Algo así como pedir la paz mundial, pero versión PyME.
Cabrales insistió en que la carga tributaria es “terrible”, no “alta”, no “pesada”: terrible. Uno imagina un inspector de la AFIP saliendo de un placard con una linterna y la palabra “multado” escrita en la frente.
También apuntó contra la informalidad, a la que calificó de peor que las importaciones. Para un industrial argentino, decir eso es como para un porteño decir que el tránsito está peor que el subte en hora pico.
El drama PyME apareció una vez más: si te toca pagar un juicio, cerrás. Si cerrás, no pagás. Y si no pagás, te ejecutan. Un círculo virtuoso que parece diseñado por Kafka con asesoramiento impositivo local.
Caputo, ya en modo profesor de natación, advirtió: “Hay que graduarse primero antes de flotar libremente, no nos agrandemos”. Traducción simultánea: todavía no hay flotación limpia, y la economía argentina sigue con flotadores de patito.
El ministro defendió el esquema macro vigente, que para los industriales es una mezcla de Sudoku fiscal con escape room cambiaria.
Entre pedidos de inversiones, reclamos empresarios y la ausencia del presidente Milei, la UIA terminó pareciendo una reunión de padres donde el chico que desordenó todo no se presentó.
Con un lema futurista y un presente que no ayuda, la industria volvió a ejercer la disciplina nacional por excelencia: reclamar al Estado mientras teme que el Estado lo escuche demasiado.
Y así, entre discursos, diagnósticos y flotaciones postergadas, quedó inaugurada la 31ª Conferencia de la UIA: ese lugar donde el futuro se produce hoy… si llega el crédito, baja la presión fiscal y nadie toca el dólar.
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