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La mediación italiana se hunde en la Global Sumud Flotilla

La escena se repite con sabor amargo.

Una flotilla de 50 barcos –entre ellos, la de Greta Thunberg– navega desde Creta hacia Gaza con la misión declarada de romper el bloqueo. Los activistas aseguran que “no dejaremos la ayuda en Chipre”, porque hacerlo sería traicionar el objetivo de su viaje: entrar a Gaza.

Pero desde Israel, el mensaje es de hierro: “No permitiremos la entrada de barcos en una zona de combate activa ni la violación de un bloqueo naval legítimo”, advirtió el ministro de Exteriores Gideon Sa’ar.

Italia intentó mediar. Guido Crosetto, ministro de Defensa, puso sobre la mesa una salida “segura”: descargar en Chipre, trasladar la ayuda al puerto israelí de Ashdod y, de allí, vía corredor humanitario, a Gaza. La propuesta fue rechazada. Igual que la alternativa de Ashkelon, a “minutos de Gaza”.

El resultado: la ruta de colisión parece inevitable.

La Farnesina ya envió un mensaje claro a los participantes italianos: continuar significa hacerlo “bajo su propia responsabilidad”. Crosetto advirtió en el Parlamento que cuando la flotilla cruce las aguas internacionales, “nadie podrá garantizar la seguridad”. Mientras tanto, las fragatas Fasan (Italia) y otra unidad española vigilan discretamente, con relevo programado para el viernes con el Alpino.

¿Podrán intervenir en caso de choque? Crosetto lo descartó: “No haremos la guerra a un país amigo. Estamos ahí para proteger a nuestros ciudadanos, no para escoltar la flotilla”.

En Tel Aviv se insiste: la flotilla es “provocación al servicio de Hamas, no un esfuerzo humanitario”. En la otra orilla, los activistas replican: “Israel no tiene ninguna autoridad sobre las aguas de Gaza. No nos intimida. No daremos marcha atrás. Esto no es solo una misión, es una toma de posición contra el genocidio”.

La historia pesa como una sombra. El 31 de mayo de 2010, la llamada Freedom Flotilla intentó lo mismo: diez civiles murieron tras la intervención del ejército israelí. Hoy el recuerdo es un fantasma que sobrevuela cada ola.

Italia sigue en la primera línea de la mediación, pero con un margen cada vez más estrecho. Crosetto lanzó la pregunta al aire: “¿era realmente necesario poner en peligro la seguridad de ciudadanos italianos para llevar ayuda a Gaza?”

La respuesta no está en Roma, ni en Tel Aviv. Está en alta mar, donde los barcos avanzan hacia un horizonte cargado de tormenta.

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