Argentina
En tiempos en que el mundo sueña con parques eólicos, paneles solares y ciudades alimentadas por hidrógeno, la Argentina despacha por las rutas un gigante de 456 toneladas para… producir gasoil.
El reactor de IMPSA rumbo a la refinerĂa de YPF en Luján de Cuyo avanza a paso de procesiĂłn. Es una procesiĂłn, de hecho: operarios, permisos, rutas cortadas y vecinos sacando fotos como si fuera un desfile histĂłrico. Y lo es.
Algunos se preguntan si no resultarĂa más barato seguir comprando gasoil mientras dure la necesidad, como quien alquila un traje para una sola fiesta. Pero hay que admitir que este reactor tiene su encanto: es la promesa de independencia, de producir lo nuestro, de no mirar cada semana la cotizaciĂłn internacional con el corazĂłn en la boca.
Claro que, visto desde arriba, la escena tiene un toque de comedia: el planeta habla de energĂas limpias, y nosotros sacamos mĂşsculo para que un titán metálico siga alimentando motores diĂ©sel. Un poco anacrĂłnico, sĂ, pero tambiĂ©n muy nuestro: en Argentina, mientras se planifica el futuro, siempre hay un proyecto del pasado viajando en camiĂłn a paso lento.
Y quién sabe… quizá cuando llegue y empiece a trabajar, el mundo aún necesite ese gasoil. O quizá, simplemente, lo admire como pieza de museo industrial… recién inaugurada.
En criollo:
Es como gastar una fortuna en un caballo de carreras… cuando todos están cambiando a autos eléctricos. Puede darte gloria y velocidad ahora, pero quizá en pocos años lo tengas pastando en el patio como monumento al pasado.
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