Mendoza, 10 de octubre de 2025 —
Javier Milei viajó a Mendoza en busca de un baño de multitudes… y terminó chapoteando entre violetas marchitas y gases lacrimógenos simbólicos. El presidente soñaba con caminar triunfal por la Peatonal Sarmiento junto a Luis Petri y el gobernador Alfredo Cornejo, pero la realidad —esa señora implacable— lo despertó antes del primer paso.
Apenas llegó al kilómetro 0, el mandatario se encontró con un gentío dividido entre la fe libertaria y el fastidio social. De un lado, banderas violetas y amarillas agitadas con entusiasmo casi místico; del otro, jubilados con carteles y gargantas curtidas que le cantaban lo suyo. El resultado: un cuadro digno de estadio, con cánticos cruzados de vereda a vereda. “Milei querido, el pueblo está contigo”, gritaban los hinchas del cielo. “Milei basura, vos sos la dictadura”, respondían los del subsuelo terrenal.
La policía, fiel a su vocación de arquitectos del desorden, valló únicamente el sector de los jubilados, liberando el paso a “las fuerzas del cielo” que, como una procesión de ángeles apurados, coparon la calle Garibaldi. Por momentos, aquello pareció un ensayo para el Juicio Final con bombos y bocinas.
La caminata presidencial quedó, otra vez, en carpeta. El mandatario se retiró con gesto severo y una sonrisa tensa, mientras en el aire mendocino flotaba una melodía imaginaria: “Era feliz en su matrimonio… aunque a veces echaba de menos un ramito de violetas”.
Solo que esta vez, las violetas no venían del amor, sino de la ironía popular.
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