Cuando los discursos no alcanzaban, algunos líderes alzaban el zapato. Hoy, otros prefieren levantar alas con ojivas nucleares.
ElCanillita.info
Globus 26/06/2025
Por la Redacción internacional – SalaStampa.eu
12 /10/1960, Nueva York – Londres – La Haya
En 1960, Nikita Khrushchev golpeó una mesa de la ONU —según algunos, con los puños; según otros, con un zapato— en uno de los gestos más icónicos de la diplomacia soviética. Aquel estrépito en plena sesión no sólo interrumpió el discurso del delegado filipino que lo había acusado de “imperialismo”, sino que dejó una huella en la historia de la Guerra Fría: la política mundial podía ser ruidosa, teatral y peligrosa… incluso sin armas en la mano.
Hoy, más de seis décadas después, el sonido que resuena no proviene de un gesto teatral, sino del reacondicionamiento real de la fuerza militar. El Reino Unido acaba de anunciar la compra de 12 cazas F-35A con capacidad nuclear, en lo que representa su retorno oficial a la disuasión táctica aérea. Por primera vez desde 1998, los cielos británicos vuelven a contar con aviones listos para portar ojivas nucleares.
No se trata de un gesto simbólico, sino de una decisión estratégica, rubricada por el propio Primer Ministro Keir Starmer durante la Cumbre de la OTAN en La Haya. En sus palabras:
“Ya no podemos dar por sentada la paz”.
La frase recuerda, con ironía involuntaria, aquella jornada en la ONU en la que la paz fue sacudida no por misiles, sino por un zapato. En el siglo XXI, sin embargo, los instrumentos retóricos ceden paso a los arsenales.
El teatro diplomático de la era de Khrushchev parecía bastarse con el sonido de la madera golpeada. Hoy, el lenguaje de la defensa vuelve a hablar en decibelios más complejos: contratos militares, acuerdos binacionales, y cazas invisibles al radar pero visibles a la historia.
Así como el gesto de Nikita fue interpretado como un símbolo de tensión sin disparo, este nuevo capítulo británico puede leerse como el inverso: la preparación del disparo envuelto en un lenguaje de paz.
Porque si la historia no se repite, al menos rima. Y en esa rima, vuelve a escucharse el eco de una mesa, un zapato… y ahora también, un reactor nuclear encendido.
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