ElCanillita.info
Argentina, 28/05/2025
En la Argentina, el olvido no siempre es inocente. A veces se construye. A veces conviene. Pero la piedra no se mueve, aunque se la tape con palabras nuevas.
Hoy recordamos el Combate de Manchalá. No para reabrir heridas. No para señalar culpables. Sino para recordar que hubo argentinos enfrentados a otros argentinos en nombre de dos ideas irreconciliables. Y que eso no debería repetirse jamás.
El 28 de mayo de 1975, 14 efectivos del Ejército Argentino —doce soldados y dos suboficiales de la Quinta Compañía de Ingenieros— fueron atacados por un grupo de 117 combatientes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Los insurgentes se desplazaban con el objetivo de atacar el Puesto de Comando Táctico del Ejército en Famaillá, Tucumán. El combate ocurrió cerca de una escuela rural. Cercados y superados en número, los soldados resistieron. Uno de ellos logró romper el cerco y pedir refuerzos.
El enfrentamiento terminó con la desbandada del grupo subversivo, que dejó atrás armamento, municiones y documentación con planes concretos de ataque.
No hubo homenajes nacionales. No hubo placas. No hay películas sobre ellos.
Lo que sí hubo, en muchos casos, fue silencio. A veces por miedo, otras por cálculo político, y las más tristes, por indiferencia.
Pero recordar no es hacer campaña. Es hacer conciencia. La memoria es un terreno pedregoso: los que la pisan sin cuidado suelen tropezar con las mismas piedras.
La pregunta no es qué pasó. Eso está documentado.
La pregunta es: ¿cómo llegamos a permitir que el “da igual” nos empuje una y otra vez a los mismos abismos?
Conmemorar no es glorificar. Es mirar de frente. Para no repetir.
El cambio cultural empieza cuando una sociedad acepta su historia completa, sin maquillaje, sin odio, sin miedo.
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