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Argentina, 05/05/2025
Dicen que en Argentina todo es posible. Y tienen razón: tenemos un presidente que cree que el Estado es una organización criminal… mientras firma decretos con el escudo nacional. Así que, ¿por qué sorprenderse cuando al mismo presidente que llama “héroes” a los mercados se lo nombra Granadero Honorario? Sí, leyó bien: Javier Milei, el mismo que fantasea con dinamitar el Banco Central, ahora tiene el honor de vestir la historia… sin necesidad de rendir examen de Historia.
La escena fue gloriosa: los Granaderos a Caballo, cuerpo fundado por San Martín y símbolo de la Patria, le entregaron a Milei una distinción con más pompa que sustancia. ¿El mérito? Bueno, nadie lo explicó muy bien. Quizás fue por sus campañas en Twitter o por su valentía enfrentando trolls. Quizás por haber sobrevivido sin corbata y con cinco horas de sueño. Lo cierto es que recibió el reconocimiento como si hubiese cruzado los Andes a pata, sin GPS y con Caputo de mochilero.
Mientras tanto, los militares retirados que llevan años en prisión preventiva —algunos octogenarios— siguen esperando algo más básico: un proceso judicial. Ya no piden medallas, solo un juicio con sentencia, como manda cualquier república que se respete… o al menos finja hacerlo. Pero no: esos quedan en el limbo legal, como si la libertad condicional fuera un lujo reservado solo para políticos condenados.
Y ahí está Milei, ahora granadero de cotillón, posando con su medallita mientras proclama libertad a los gritos, menos cuando se trata de los que lo votaron esperando justicia en los cuarteles. Ser jefe de las Fuerzas Armadas, al parecer, no incluye asumir responsabilidad por el estado jurídico de quienes sirvieron en ellas. Libertario hasta que hay que usar la firma para algo que no sea un voucher.
El General San Martín, desde la eternidad, seguramente se habrá tomado la frente con la mano. No por Milei, sino por la paradoja: un libertador que hoy ve cómo su uniforme se usa para decorar un acto, mientras la palabra “libertad” se convierte en souvenir de campaña.
Pero no todo está perdido. Tal vez, con otro título más, Milei se anime a ordenar lo que nunca se atrevió a encarar: que se respeten las garantías constitucionales de todos. Porque ser Granadero Honorario es lindo… pero cumplir como Presidente real sería aún más honorable.
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