Un peaje que cae de $28.000 a $1.600 no es un ajuste: es una confesión. Y entre Santo Tomé y São Borja, quedó a la vista la eterna regla rioplatense: cuando alguien baja los precios, otro los estuvo subiendo sin vergüenza.
Un peaje que cae de $28.000 a $1.600 no es un ajuste: es una confesión. Y entre Santo Tomé y São Borja, quedó a la vista la eterna regla rioplatense: cuando alguien baja los precios, otro los estuvo subiendo sin vergüenza.
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