Martes, 04/10/2022
Brasil se enfrenta al fantasma de la violencia política después que el ajustado resultado de las elecciones presidenciales exigiera su definición en una segunda vuelta.
El recuento final de la votación del domingo pasado dió al actual presidente, Jair Bolsonaro, el 43% de los votos y a su contrincante de izquierdas Luiz Inácio Lula da Silva el 48%. Cualquiera de los dos candidatos necesitaba superar el 50% para ser elegido presidente en la primera vuelta.
El apoyo a Bolsonaro fue de 8 puntos porcentuales por encima de la participación prevista en varias encuestas previas a las elecciones. “Nos impusimos a las mentiras”, dijo a las puertas de su residencia oficial en Brasilia.
Jair Bolsanoro se enfrentará a una segunda vuelta el 30 de Octubre contra Lula, dos veces expresidente e icono de la izquierda latinoamericana, condenado por corrupción en 2018 y enviado en prisión por casi dos años, antes de que sus cargos fueran anulados.
Lula, de 76 años, parecía estar agotado tras semanas de campaña cuando ayer dijo a sus partidarios en Sao Paulo que estaba deseando debatir con Bolsonaro “para saber si va a seguir mintiendo o si va a decir la verdad una vez en su vida al pueblo brasileño”.
El resultado es un golpe para la izquierda en Brasil, que buscaba una victoria decisiva en una sola vuelta contra el ex presidente militar, acusado por los opositores de una serie de abusos. Entre ellos, permitir que sus aliados del agronegocio saqueen la cuenca del Amazonas, no tomarse en serio la pandemia del Covid-19 y amenazar la propia democracia.
Sin embargo, el dosier que Bolsonaro presentó de Lula y su Partido de los Trabajadores, que gobernó de 2003 a 2013, evidencia la corrupción y una amenaza para los valores cristianos, hechos que parecen haber resonado en millones de votantes más de lo que esperaban los encuestadores.
Tales datos demuestran que se trata de una carrera política peligrosa hacia el final, entre opositores que advierten posible graves consecuencias en toda Latinoamérica si uno de los dos gana.
“El espectro de la violencia política estará presente en las próximas semanas”, dijo el profesor de relaciones internacionales en la Fundación Getulio Vargas de Sao Paulo. Dijo que era consciente de la “preocupación real” dentro de las campañas sobre la seguridad física de los candidatos.
Continuación...
En su campaña de 2018, Bolsonaro fue apuñalado mientras se dirigía a sus partidarios en Juiz de Fora, en el sureste de Brasil. Este año hubo no menos 214 casos de violencia por motivos políticos, incluyendo 45 presuntos asesinatos de candidatos, funcionarios y trabajadores del gobierno, según el Observatorio de Violencia Política y Electoral.
La votación del domingo incluyó a nueve candidatos más aparte de los favoritos. La mayoría obtuvo un apoyo insignificante. La primera candidata, Simone Tebet, una senadora centrista, quien sostiene, que el país necesita una “tercera vía” en lugar de la división, obtuvo el 4% de los votos y probablemente será presionada por los favoritos para que la respalden. También advirtió que una segunda vuelta entre la izquierda y la derecha será lo peor de ambas partes. “No habrá paz”, dijo.
Bolsonaro ganó en los estados más poblados de Sao Paulo y Río de Janeiro. El mapa político de Brasil después de la votación está ahora dividido en gran medida entre el norte y el sur, con el norte a favor de Lula y el sur típicamente más rico apoyando a Bolsonaro.
Varios de los aliados de Bolsonaro obtuvieron buenos resultados en las elecciones concurrentes para el Senado y el Congreso, lo que significa que aún cuando Lula ganara la segunda ronda, probablemente verá limitada su capacidad de gobernar, a menos que forme alianzas con partidos de centro, e incluso de centro-derecha. La disminución de la probabilidad de un gobierno de Lula contribuyó ayer a animar a los mercados financieros, haciendo que la moneda, el real brasileño, y la bolsa subieran con fuerza.
Puede que no haya sido el resultado con el que soñaba Jair Bolsonaro, pero fue mucho mejor de lo que preveían los encuestadores. A pesar de la pandemia, de una economía lenta y una reputación en el extranjero de ser una amenaza para el planeta, logró convencer a 51 millones de personas de que es el hombre para liderar esta nación.
Bolsonaro es abrumadoramente popular en iglesia protestante de Brasil, los evangelistas representan el 30 por ciento del electorado, estan bien organizados, no vacilan y son receptivos a la idea de que los valores familiares se verían amenazados por un gobierno de Lula. Algunos observadores se asombraron cuando el futbolista Neymar salió en apoyo de Bolsonaro en la víspera de las elecciones, pero no para quienes conocían su fe cristiana.
Cuando Bolsonaro fue elegido en 2018, muchos opinaron que puy pronto sería olvidado. La votación del 30 de Octubre, demuestra que su politica contra el socialismo del siglo XXI, formulado en 1996 por el sociólogo alemán Heinz Dieterich Steffan, no es así.
El término “socialismo del siglo XXI” adquirió difusión mundial desde que fue mencionado en un discurso por el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el 30/01/2005 desde el V Foro Social Mundial en Porto Alegre, Brasil.
De izquierda a derecha los ex presidentes: Fernando Lugo (Paraguay), Evo Morales (Bolivia), Lula (Brasil), Rafael Correa (Ecuador), Hugo Chávez (Venezuela), durante la VIII edición del Foro Social Mundial de 2008 – Foto: Fabio Rodrigues Pozzebom
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