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Corte y Confusión: La justicia de los metafísicos


“Si no se respeta la justicia, ¿qué son los Estados sino grandes bandas de ladrones?”
—San Agustín.
Y si la Corte se lava las manos… ¿qué queda del Estado de derecho? Agua bendita para los culpables y vinagre para los inocentes.

El caso Larrabure: una herida sin cerrar, un fallo sin firma, una vergüenza con membrete.
La nota publicada en La Prensa no necesita correcciones: traza con precisión quirúrgica el desdén institucional de una Corte Suprema que opta por la omisión, como si lo no dicho no pesara sobre la historia.
No declararon. No se expusieron. No dijeron ni sí, ni no.
Simplemente se lavaron las manos. Y como en los viejos rituales imperiales, al callar, dieron la orden de dejar morir.


¿Dónde están los jueces? ¿En qué rincón del Palacio se escondieron los guardianes del derecho? ¿En qué tratado encontraron fundamento para callar ante la evidencia? ¿Qué parte de “crimen de lesa humanidad” no entendieron? ¿O entendieron demasiado bien… y no les conviene recordarlo?

Larrabure fue asesinado. Lo fue como rehén, como militar, como padre, como argentino.
Secuestrado por el ERP, mantenido durante más de un año en cautiverio en condiciones inhumanas, y finalmente ejecutado. Pero según ciertos jueces de la metafísica, si el crimen fue cometido por una banda armada sin uniforme estatal… entonces no cuenta.


¡Qué alivio para los verdugos del pueblo!
¡Qué consuelo para los ideólogos del terror setentista!
¡Qué excelente coartada para los cultores del doble estándar judicial!

La Corte Suprema argentina ha creado una nueva categoría: la justicia “en suspenso”.
No es justicia lenta. Es justicia muda.
No es ciega: es selectiva.
No actúa con la balanza, sino con la calculadora.
Y al final, no absuelve ni condena: posterga.
Se convierte en ese funcionario que archiva lo urgente esperando que lo eterno prescriba.

¿Dónde están los principios? ¿Dónde la memoria de las víctimas? ¿Dónde el honor?
En la Corte, al parecer, quedan solo los ecos. Y los expedientes cerrados por cansancio, conveniencia o complicidad.

Postales del país metafísico:
– Una Corte sin Corte.
– Una causa sin causa.
– Un crimen sin castigo.
– Y un país que finge que la historia no lo mira de reojo.

Porque cuando el derecho se arrodilla, el crimen se sienta en el trono.
Y lo hace con toga y con título.
Y hasta da cátedra.

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