
Israel despertó este lunes de una pesadilla que duró 738 días. Los últimos 20 rehenes que seguían en poder de Hamás fueron liberados esta mañana en dos fases coordinadas bajo supervisión internacional. A cambio, 1.968 prisioneros palestinos fueron excarcelados desde penales israelíes y trasladados a Cisjordania y la Franja de Gaza.
El intercambio, respaldado por Estados Unidos, Egipto y Qatar, sella la primera etapa del acuerdo de paz más delicado del siglo en Medio Oriente.
Las imágenes recorrieron el mundo: abrazos en Tel Aviv y llanto en Ramala. En ambos lados, los retornos marcaron un punto de inflexión emocional después de dos años definidos por la guerra, el secuestro y la retaliación militar.
Entre los liberados hubo mujeres, trabajadores extranjeros, dos soldados israelíes y un médico humanitario argentino-israelí cuyo secuestro había generado fuerte repercusión en América Latina.
El presidente estadounidense Donald Trump llegó personalmente a Jerusalén para acompañar la liberación final y habló durante 46 minutos en la Knéset. Calificó la jornada como “un amanecer histórico” y aseguró que “la gran tarea empieza ahora: construir seguridad sin ocupación y soberanía sin terrorismo”. El discurso, aplaudido por la mayoría del recinto, fue interrumpido dos veces por legisladores que protestaron y fueron retirados por el servicio de seguridad.
El primer ministro Benjamín Netanyahu, políticamente tensionado por la operación y presionado por sectores de derecha que rechazan el intercambio, canceló a última hora su viaje previsto a la cumbre de Sharm el-Sheikh alegando “motivos de calendario y festividad”. Su oficina evitó profundizar, pero fuentes de la coalición confirmaron que el premier enfrenta creciente presión interna ante la inminente segunda fase de negociaciones, que incluye retiro militar gradual en Gaza y reforma de gobernanza palestina.
Del lado de Hamás, la organización confirmó la entrega final de rehenes a través de un comunicado difundido desde Doha. Sostuvo que “cumplió estrictamente cada punto del acuerdo” y acusó a Israel de “buscar réditos propagandísticos” con la presencia de Trump. No hubo declaraciones de Yahya Sinwar, quien permanece oculto.
La jornada cerró con un dato relevante: desde la Autoridad Nacional Palestina señalaron que el intercambio abre espacio para un “plan político irreversible”, aunque insistieron en que “no habrá paz estable sin Estado palestino reconocido y soberano”. Washington evitó pronunciarse sobre los plazos. Tel Aviv también.
El alivio humanitario y el cálculo político marchan, por ahora, en la misma dirección: avanzar. Pero en un territorio donde cada amanecer es disputado, la paz aún no es un destino; apenas ha comenzado a ser un camino.
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