por Enrique Guillermo Avogadro
Buenos Aires, 25 Agosto 2024
Javier Milei tendrá en el H° Aguantadero un frente permanente de tormenta que, a la luz de lo ya sucedido, puede convertirse en una temporada de fuertes huracanes, sobre todo, al régimen de ajuste de las jubilaciones cuya nueva ley amenaza con vetar íntegramente tan pronto la sanción llegue a sus manos para la promulgación.
Si los votos se repartieran como se vio en las sesiones de Diputados y Senado, es altamente probable que sus enemigos (en realidad, quienes buscan estrellar el plan económico para lograr imponer una devaluación que, al concretarse, impactaría de lleno sobre la inflación que, con tanto sacrificio, estamos intentando domar) alcancen los dos tercios necesarios para insistir en el texto aprobado esta semana y, de ese modo, sortear el veto presidencial… ATENCIÓN porque si esta oposición de permanente geometría variable lograra reunir nuevamente ese porcentaje podría hasta hacerle juicio político al propio Presidente.
Es que aquellos que crecieron con una cola de paja, tienen mucho para perder si Milei tiene éxito, y no me refiero sólo a los políticos y gremialistas sino, sobre todo, a los empresarios argentinos, que se niegan a invertir en sus propias industrias, a generar puestos de trabajo de calidad, mejorar la productividad y competir con sus homólogos del exterior y así, permitir que tengamos mejores precios y más calidad en lo que compramos y consumimos.
Pero las derrotas que sufrió el Ejecutivo en el Congreso no se debieron sólo a una oposición que, con tal de conservar quioscos y privilegios, está dispuesta a hacer saltar todo por el aire, sino a las crisis que exponen a cielo abierto las disidencias intra-bloques libertarios y, en especial, a inexplicables procederes del propio Presidente de la Nación, que da permanentes muestras de incontinencia verbal.
Si bien algo así era esperable, dada la carencia de un número suficiente de cuadros propios y leales para cubrir tantos casilleros en las listas de legisladores y de la administración del Estado, que La Libertad Avanza continúe cobijando tantos kirchneristas y massistas en cargos relevantes y posiciones expectables después de ocho meses de ejercicio del poder, debiera llamar la atención.
Un ejemplo claro de lo que digo es, precisamente, la nominación de Ariel Lijo para integrar la Corte. En la medida en que Milei sólo se ocupa de la economía y se desentiende de todos las demás áreas del Ejecutivo, no tengo duda alguna acerca del autor intelectual de ese monumental dislate, que “vendió” esa candidatura en los inexpertos y crédulos oídos de Santiago Caputo y Karina Milei.
Mi refiero a Ricardo Lorenzetti, que aún sangra por la herida que le produjo su desplazamiento como Presidente del alto Tribunal; se trata de un personaje nefasto, criticado abiertamente en su pago chico (Rafaela, Provincia de Santa Fe) por su catadura moral, que habilitó la persecución de los militares para permitir la venganza de los terroristas derrotados en los 70’s.
Recordemos que, para definir cómo sería la jurisprudencia futura de la Corte al respecto, no tuvo empacho alguno en decir que el tema había sido “consensuado” con los otros poderes del Estado.
Un aspecto más grave de los problemas que muestra el espacio oficialista se da en la disputa entre el Presidente y su Vice por temas verdaderamente nimios.
Varios han preguntado si es legítimo que Victoria Villarruel exprese públicamente su disgusto cuando no está de acuerdo con los criterios del tripartito tablero de comando blindado del Ejecutivo, y mi respuesta es siempre afirmativa. No podemos olvidar que Milei y ella, por mucho que moleste a muchos, tienen la misma legitimidad de origen, ya que fueron votados al unísono por la ciudadanía.
Por lo demás, esa ríspida relación no debiera sorprendernos, porque los desacuerdos entre presidentes y sus vices son una vieja costumbre en la historia argentina, inclusive en aquellos años en que nuestro país gozaba de las mieles de ser una de las primeras potencias mundiales, tan reivindicada por el actual mandatario como la época ideal a la que deberíamos volver.
Tambien es necesario observar de cerca los sucesos que se están produciendo en la guerra entre Ucrania y Rusia, porque un eventual progreso de aquélla en territorio de Putin podría desesperar a éste y llevarlo a un manotazo nuclear, aunque fuera táctico.
En lo que respecta a los conflictos entre Israel, Hamas, los palestinos, el Líbano e Irán, se ensancha la sensación de que los ayatollahs están pensando muy bien si valdría la pena escalar el conflicto, por la seguramente fuerte reacción de los Estados Unidos en su contra.
En otro importante escenario, aparente hay dudas que China esté dispuesta a transformar sus amenazas en una invasión real a Taiwan, porque Xi Jinping sabe que su economía está comenzando a mostrar signos de debilidad y que el único campo en el que le conviene luchar es el comercial, y el comercio exige paz.
Para finalizar, sólo queda por analizar con cautela las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, porque es probable que se repitan los resultados de 2015, cuando Hillary Clinton obtuvo más votos pero triunfó Donald Trump, que contó con mayor cantidad de electores.
La gran incógnita para los argentinos es con cual nuevo Presidente nos iría mejor: con Kamala Harris o con Trump. Al respecto, no estoy seguro, como muchos de los libertarios, que el regreso del magnate a la Casa Blanca se transformaría de inmediato en un apoyo irrestricto a Milei y su programa; como mínimo, esas esperanzas deberán esperar al menos hasta junio de 2024 (una eternidad para nosotros) para concretarse.
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