En Córdoba, Javier Milei encendió la mecha de la campaña legislativa de La Libertad Avanza con su estilo habitual: insulto en mano y teoría conspirativa bajo el brazo.
El libertario aseguró que la oposición “está cagada” y que los audios que salpicaron a Spagnuolo —y hasta a su hermana Karina— fueron fabricados con inteligencia artificial. Nada de chismes de peluquería: todo es culpa de un algoritmo travieso.
En la Bolsa de Comercio ya había diagnosticado que el dólar y el riesgo país se dispararon por “pánico político”. Horas después, en pleno acto partidario, subió el tono:
- “Desde el Congreso torpedean nuestros logros”, gritó.
- “Los kukas ahora son catadores de corrupción”, ironizó, mientras dedicaba tres dedos a Cristina Kirchner y sus causas.
El combo fue completo: oposición cobarde, periodistas chimenteros, Cristina con tobillera y la Inteligencia Artificial como villana central.
La paradoja: Milei, que presume de gobernar con big data, denuncia ahora que los mismos chips lo sabotean. Si sigue así, en el próximo acto terminará acusando al Excel de Caputo de conspirar con los Sims.
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