
ElCanillita.info
Israel, 12/06/2025
✍️ Por Lord Patter de Oxbridge — Especial para ElCanillita.info
Poco después de que la Corte Suprema de Justicia argentina dejara firme una condena contra su enemiga eterna —la vice sin despacho Cristina Kirchner—, el presidente Javier Milei armó las valijas para un nuevo acto de su gira global: esta vez, rumbo a Israel.
No fue para traer vacunas, ni inversiones, ni acuerdos bilaterales: fue para reafirmar que Dios (el de él) está de su lado.
Y como buen número de circo, no faltó el momento lacrimógeno: encuentro con familiares de víctimas de Hamas, con fuerte lazo argentino, y cámaras listas para captar cada gesto. Estuvieron presentes, entre otros, los familiares de Shiri Silberman Bibas, asesinada junto a sus hijos durante su secuestro. La historia conmueve —porque debe conmover—, pero el contexto desconcierta: ¿quién estaba visitando a quién? ¿Era un acto de consuelo presidencial o un episodio más de la serie “Javier, el Ungido”?
Mientras Milei abrazaba a los deudos, la inflación en Argentina seguía haciendo su trabajo de siempre: comerse suelditos. Pero eso no cabía en la agenda israelí del libertario. Allá, entre rezos y discursos, el presidente argentino reafirmó su alineamiento con el gobierno de Netanyahu, en un país donde el extremismo también tiene cara de oficialismo.
¿Qué quedó claro?
Que en la política del espectáculo, el dolor ajeno también se puede transformar en libreto. Y que Milei, como buen equilibrista del descontento, no duda en convertir cada viaje en un capítulo más de su mística profética: él cura, él guía, él juzga. Desde un palco. Con luces. Y una bandera del león de Judá detrás.
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