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Elizabeth, una Reina de verdad

La difunta Reina, que el martes por la noche abandonó Escocia por última vez y regresó al Palacio de Buckingham, se vio envuelta en vítores, aplausos y el brillo de innumerables teléfonos con cámara mientras realizaba su lento recorrido por las calles de Londres.

En la oscuridad y bajo una lluvia torrencial, los simpatizantes se alinearon en las calles en muestra de respeto y emoción inesperada.

Los automovilistas se detuvieron, saliendo de sus autos para ver pasar el coche fúnebre. Cuando el convoy llegó al palacio, los policías inclinaron sus cabezas y las lágrimas corrieron por los rostros de los miembros del público que se habían reunido para verla pasar.

Al cerrarse las puertas del Palacio de Buckingham, el féretro de la Reina fue recibido por sus hijos y nietos, reunidos en el resplandor de la Gran Entrada para darle la bienvenida.

Un momento de profunda intimidad -la primera oportunidad de reunirse por la muerte de la Reina- en una noche que restará un recuerdo sencillo y silencioso.

Éste miércoles, un cortejo de Honras fúnebres, según la tradición, caminará detrás de su féretro en procesión desde el palacio hasta Westminster Hall, donde el féretro se depositará para visita del público durante cuatro días.

El coche fúnebre de Estado, estaba iluminado por dentro, para permitír ver el “último gran viaje” de la Reina. Continuación...

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