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El daño está hecho”: Bielorrusia, donde Lukashenka desestimó el COVID-19, ahora lucha por vacunar la población

Grafitis en la ciudad bielorrusa de Brest en Abril del año pasado que representan a un enfermo con el coronavirus en la cabeza mientras lleva una máscara protectora.

MINSK – Ha sido común en las últimas semanas ver la gente haciendo cola pacientemente frente a una clínica médica de la capital bielorrusa, esperando recibir sus vacunas contra el COVID-19. Al dia de hoy, no son muchos los que lo han hecho. Hasta el 25 de Junio, menos del 4% de los habitantes de esta nación de más de 9 millones de personas habían sido vacunados completamente.

Bielorrusia se ha visto fuertemente afectada por la pandemia, considerada por Alyaksandr Lukashenka como “psicosis masiva” y que podía tratarse con un trago de vodka, un paseo o un baño al vapor de sauna, entre otras falsas informaciones difundidas por el autoritario gobernante que lleva en el poder desde 1994.

Al no contar con medidas de bloqueo, Bielorrusia fue testigo de las altas tasas de infección por coronavirus cuando la pandemia se afianzó, y ahora ha vacunado a menos ciudadanos que la mayoría de los países del continente europeo.

Y mientras los médicos luchan por contener el virus en hospitales a menudo mal equipados, muchos se han encontrado en el punto de mira de la represión política de Lukashenka.

Bielorrusia se sumió en el caos en Agosto de 2020, cuando Lukashenka, de 66 años, fue declarado vencedor de unas elecciones presidenciales que, según millones de ciudadanos, estaban amañadas a su favor. Desde entonces, más de 33.000 personas han sido detenidas, miles golpeadas en las calles y durante su detención, algunas de ellas torturadas, mientras que varias han sido asesinadas. Los líderes de la oposición han sido encerrados u obligados a huir.

Los trabajadores sanitarios bielorrusos que han participado en las manifestaciones antigubernamentales que estallaron tras las elecciones o que han hablado en contra de las versiones oficiales sobre las muertes y lesiones de los manifestantes, se enfrentan a brutales represalias por parte de las autoridades, declaró el 17 de Junio la organización de defensa de los derechos humanos Amnistía Internacional.

El líder de la oposición bielorrusa promete que serán más duros, mientras las fuerzas de seguridad lanzan una represión más severa.

Según los datos recopilados por la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, en Bielorrusia había más de 413.000 casos confirmados de coronavirus hasta el 25 de Junio, con 3.082 muertes, aunque los expertos temen que las cifras puedan ser aún mayores en medio de las sospechas de que el gobierno está minimizando el alcance de la pandemia.

Aunque las cifras de infección son altas, las tasas de inoculación son bajas. Según los últimos datos de Johns Hopkins, Bielorrusia sólo ha vacunado al 3,9% de la población.

Haciendo una comparación, Rusia que está sufriendo una oleada de infecciones mientras el gobierno se esfuerza por convencer a los ciudadanos de que se vacunen, casi un año después de aprobar la vacuna Sputnik V, alrededor del 11% de la población está totalmente vacunada. En Estados Unidos, es más del 46%, y en Francia, más del 27%.

En Bielorrusia, Sputnik Light, una versión de dosis única de Sputnik V que fue aprobada por los reguladores rusos el 6 de Mayo, es ahora una de las dos vacunas disponibles.

La otra es Vero Cell, desarrollada por el fabricante estatal de medicamentos chino Sinopharm, que fue aprobada para uso de emergencia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 7 Mayo, siendo la primera vacuna no occidental en obtener el respaldo de la OMS.

Dado que la campaña de vacunación no se inició realmente hasta Abril, los médicos dicen que están luchando para ponerse al día con Rusia, dijo un médico al Servicio de Bielorrusia de RFE/RL.

“En Rusia, los médicos, personas de riesgo, comenzaron a ser vacunados a principios de Diciembre de 2020, y las vacunaciones masivas en Rusia comenzaron oficialmente el 18 de Enero de 2021”, dijo el médico, que pidió el anonimato por temor a represalias oficiales. “Y en Bielorrusia, el primer lote de médicos no se vacunó hasta el 19 de Enero. Las cosas han ido despacio”.
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El médico afirmó que la minimización de la pandemia de COVID-19 por parte de Lukashenka y los medios de comunicación estatales, así como el alarmismo con afirmaciones infundadas sobre los riesgos relacionados con las vacunas occidentales, han provocado la apatía y la desconfianza de la población.

“La propaganda oficial hizo mucho daño aquí”, dijo. “No reconocieron el peligro de la enfermedad, no vieron el virus, luego subestimaron deliberadamente las estadísticas, los canales estatales inflaron el furor en torno a las vacunas extranjeras, contaron los horrores de las consecuencias de Moderna y AstraZeneca”.

En los primeros días de la pandemia del año pasado, Lukashenka se negó a reconocer siquiera una víctima en el país de unos 9,5 millones de habitantes. Exigió a Bielorrusia que celebrara un desfile militar para conmemorar los 75 años de la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, mientras que Rusia y otros países desecharon o redujeron tales planes para protegerse de la propagación del virus.

Lukashenka desprecia a las víctimas del COVID-19 mientras la curva de Bielorrusia se acentúa

Ante la escasa intervención del gobierno, los propios bielorrusos se ofrecieron a montar escudos de plástico o a coser máscaras y batas protectoras.

En Julio, Lukashenka dijo que había dado positivo en las pruebas del coronavirus, pero que no había sufrido ningún síntoma y que lo había superado sin ser hospitalizado, lo que, según afirmó falsamente, fue el resultado del “97%” de los bielorrusos que se infectaron.

La gente está muriendo

Ahora, los médicos bielorrusos se enfrentan a la pandemia de COVID-19 y a la campaña de vacunación en medio de la actual represión del gobierno de Lukashenka.

En una clínica de Minsk, un médico dijo que el personal médico se ha esforzado por asegurar a la gente que las vacunas son seguras.

“Incluso hemos ideado pequeños refranes para convencerles, como: ‘No es una cerveza o gasolina que se vende en todas partes por vendedores sin escrúpulos, sino una vacuna, que se produce con supervisión después de haber sido probada'”, dijo el médico, que también pidió el anonimato.

Afuera, en la fila de personas que esperaban las vacunas, una joven se lamentaba de que en Bielorrusia no se les suministrara una gama más amplia de vacunas, especialmente las aprobadas por la Unión Europea.

“Nos prometieron que habría vacunas de diferentes fabricantes y que podríamos elegir”, dijo a RFE/RL bajo condición de anonimato, temiendo también represalias.

“Esperé y esperé, pero ahora está claro que eso no sucederá. No es que no confíe en la vacuna rusa. Creo que es sobre todo una cuestión política el hecho de que no esté aprobada por la Unión Europea”, dijo, y añadió que los planes de vacaciones que tenía próximamente también la impulsaron a actuar.

Un joven, que también esperaba en la cola para la vacuna Sputnik Lite, dijo que él también habría preferido una vacuna diferente, pero se dio cuenta de que sus opciones eran limitadas.

“Por supuesto, hubiera querido vacunarme con Pfizer, pero ¿dónde puedo conseguir eso aquí?”.

Escrito por el corresponsal de RFE/RL, Tony Wesolowsky, basado en un informe del Servicio de RFE/RL en Bielorrusia.
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