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El regreso de la guerrilla marxista de Sendero Luminoso acecha la estabilidad del Perú

Pedro Castillo, líder sindical radical de los maestros

El escrutinio de la segunda ronda de las presidenciales peruanas está revelando un virtual empate técnico entre Pedro Castillo, candidato de Perú Libre (izquierda), y Keiko Fujimori, de Fuerza Popular (derecha).

Con el 93.840 % de las actas contabilizadas, Castillo reunía el 50,22% de votos válidos, y Fujimori el 49.78%. Los últimos avances del conteo revirtieron así la ventaja inicial, igualmente leve, que durante algunas horas Fujimori exhibió sobre Castillo, que viene ganando terreno.

Según las últimas cifras, Castillo sumó 8.482.812 votos y Fujimori 8.421.913. La diferencia entre ambos es de 60.899 votos.Cuando falta contabilizar el 6% de los votos, la única seguridad es la polarización extrema del electorado, que registró una alta asistencia a las urnas, del 76,47%.

Pedro Castillo, un líder sindical radical de los maestros, se enfrenta a Keiko Fujimori, hija del desgraciado hombre fuerte de los años 90 Alberto Fujimori, en unas elecciones que han dejado atrás muchos muertos en la nación andina, devastada por la pandemia. Los últimos sondeos de opinión colocaban a ambos en un empate estadístico.

Castillo, de 51 años, comenzó la segunda vuelta con una ventaja de 20 puntos. Pero Fujimori, de 46 años, le ha ido remontando, ayudada por lo que los críticos consideran una campaña errática y amateur de Castillo y por la reacción a la masacre de 16 personas en un remoto valle cocalero donde están acorralados los últimos supervivientes de Sendero Luminoso.

Los terroristas tirotearon dos bares desvencijados al aire libre el 23 de mayo, antes de desaparecer de nuevo en la selva. Dejaron un panfleto con la hoz y el martillo en el que advertían a los peruanos que no votaran por la Sra. Fujimori.

El ataque, es el más sangriento del grupo en más de una década y ha sido aprovechado por los partidarios de la Sra. Fujimori, que advierten de las supuestas simpatías terroristas de Castillo.

Alberto Fujimori sigue siendo venerado por algunos en Perú por presidir el aplastamiento de Sendero Luminoso, que masacró a casi 40.000 personas, la mayoría de ellas de comunidades indígenas empobrecidas de los Andes y la Amazonia.

Pero su gobierno se derrumbó en medio de acusaciones de corrupción a gran escala y actualmente está cumpliendo una condena de 25 años de cárcel por ordenar la ejecución extrajudicial de presuntos subversivos, la mayoría de los cuales resultaron no tener nada que ver con Sendero Luminoso.

Profundamente impopular entre muchos, la Sra. Fujimori se enfrenta ahora a un juicio propio por presunto blanqueo de 17 millones de dólares. En caso de que gane, el juicio se aplazará hasta que abandone el poder en 2026.

Sin embargo, pasó a la segunda vuelta con sólo el 13% de los votos, en una lista de 18 candidatos, frente al 19% de Castillo. “La única posibilidad que tenía Keiko de aumentar su apoyo era crear un monstruo, y lo ha conseguido”, dice Giovana Peñaflor, de la encuestadora Imasen.

Aunque Castillo se ha presentado con una plataforma explícitamente marxista, no hay pruebas que lo vinculen con los terroristas. También ha sido miembro de los ronderos, milicias rurales a las que algunos historiadores atribuyen la derrota de Sendero Luminoso más que a Fujimori.

El experto en seguridad Jaime Antezana cree que la masacre pudo estar motivada por el deseo de ayudar a la Sra. Fujimori y adelantarse así a la represión del tráfico de cocaína.

Hace tiempo que los restos de Sendero Luminoso cambiaron su enfoque de la revolución a la seguridad de los traficantes. Castillo es un conservador social que no ve con buenos ojos las drogas, mientras que la familia Fujimori, a pesar de haber prometido “mano dura” contra la delincuencia, ha sido vinculada en numerosas ocasiones con los cárteles.

La señora Fujimori perdió por poco las elecciones de 2016 después de que saliera a la luz que la Agencia Antidroga de Estados Unidos estaba investigando a su partido. Antezana advierte que si gana, Perú se convertirá en una “narco-república”.

Perú, con una población de 33 millones de habitantes, revisó la semana pasada su cifra de muertos por Covid-19 de 180.000 fallecidos, lo que le convierte en uno de los países con la peor cifra de muertos per cápita del mundo.

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