A dos días de la elección, el expresidente juega al ajedrez con las manos en los bolsillos. No rompe, no acompaña, no bendice. En la Casa Rosada lo leen como un mensaje: si el globo pincha, que reviente solo.
A dos días de la elección, el expresidente juega al ajedrez con las manos en los bolsillos. No rompe, no acompaña, no bendice. En la Casa Rosada lo leen como un mensaje: si el globo pincha, que reviente solo.
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