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🕎 Seis minutos que llevaron el terror a los judíos británicos

Diseño grafico de la Imagen del atentador ingresando a la Sinagoga

Una mañana de Yom Kippur en Manchester terminó entre sirenas, disparos y gritos

Lo que debía ser un día de recogimiento y solemnidad para la comunidad judía de Manchester se convirtió en un episodio de terror que duró apenas seis minutos, pero dejó cicatrices difíciles de borrar.

La Congregación Hebrea de Heaton Park se encontraba abarrotada de fieles por Yom Kippur, el día más sagrado del calendario judío. A las 9:31 de la mañana, cuando la liturgia ya avanzaba en silencio, un Kia Picanto negro irrumpió a toda velocidad sobre la transitada Middleton Road y embistió a varios de los congregados que permanecían en la entrada.

Al principio, todo pareció un accidente de tráfico. Un testigo marcó el 999 para alertar a emergencias. Pero en segundos la escena reveló su verdadero rostro: el conductor, vestido de negro, con barba y la cabeza rapada, descendió del vehículo blandiendo un cuchillo y atacó directamente a uno de los guardias de seguridad heridos en el atropello.

El chaleco que heló la sangre

Llevaba encima lo que aparentaba ser un chaleco suicida. Los testigos, entre pánico y confusión, vieron cómo el atacante intentaba abrirse paso hacia la entrada principal de la sinagoga, golpeando incluso una de las ventanas con su cuchillo para penetrar en el edificio sagrado.

Adentro, los congregantes reaccionaron con rapidez: cerraron las puertas desde el interior, impidiendo el acceso. Afuera, en esos segundos eternos, seis personas fueron apuñaladas, dos de ellas mortalmente.

“Era como si todo ocurriera a cámara lenta: los gritos, el metal contra el vidrio, la sangre en el suelo”, relató un sobreviviente.

La respuesta armada

La policía armada llegó siete minutos después de la primera llamada. Al acercarse, ordenaron a la multitud retroceder:
👉 “¡Atrás, podría tener una bomba!”.

El hombre intentó ponerse de pie, como si buscara activar un dispositivo. Un transeúnte gritó desesperado:
👉 “¡Dispárenle, tiene una bomba, va a presionar el botón!”.

Sonaron entonces dos ráfagas de disparos. El atacante cayó definitivamente al suelo, inmóvil, frente a la entrada de la sinagoga.

Heridos y cicatrices

Los paramédicos del Servicio de Ambulancias del Noroeste llegaron a las 9:41, apenas diez minutos después del inicio del ataque. Encontraron cuerpos tendidos, heridos graves y un escenario de caos contenido. Dos de las víctimas habían muerto; otras cuatro fueron trasladadas con heridas de arma blanca.

El episodio duró lo que dura un respiro en la historia: seis minutos. Pero en ese lapso breve se condensó la peor pesadilla de la comunidad judía británica: la confirmación de que la amenaza que se percibe desde los atentados del 7 de octubre de 2023 contra Israel puede irrumpir, sin aviso, incluso en el día más sagrado del calendario hebreo.

Ecos que no se apagan

Hoy, mientras los fieles recuerdan esa mañana, los ecos de los gritos aún resuenan:
👉 el chirrido del coche,
👉 los golpes de cuchillo contra el vidrio,
👉 las órdenes de la policía,
👉 las súplicas de quienes pedían disparar.

El atentado de Manchester no solo deja muertos y heridos: deja la pregunta latente sobre qué tan segura puede sentirse la comunidad judía en suelo británico cuando la oración puede transformarse, en segundos, en una escena de guerra.

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