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El látigo no enseña a cabalgar

ElCanillita.info
Venezuela, 26/05/2025
En Venezuela, donde ya escasea hasta el respeto, la ciudadanía volvió a dar señales de vida. No con fuegos artificiales ni con urnas confiables, sino con algo más potente: una especie de paro cívico contra la dictadura y sus cómplices electorales. En otras palabras, un “basta” sin estridencias, pero con firmeza de pueblo harto.

Mientras el presidente Maduro se pasea como chofer de una carroza sin ruedas, el pueblo le recuerda que usar el látigo no significa saber llevar las riendas. Gobernar a fuerza de miedo es como manejar a ciegas con el GPS roto… y encima gritando por la radio que todo va bien.

El paro cívico —silencioso, simbólico, pero elocuente— fue un modo de recuperar lo único que queda: la dignidad. Porque cuando ya no se puede elegir libremente ni protestar sin consecuencias, el silencio se convierte en altavoz.

Y es que cada vez que un régimen se siente eterno, basta que la gente deje de moverse para que empiece a tambalear.

A los compañeros de ruta electoral —los que se suben al coche de la “democracia dirigida”— también les llegó el mensaje: no alcanza con sonreír para disimular el olor a nafta podrida.

Venezuela, otra vez, da lecciones sin estruendo. Y aunque los medios oficiales callen, las calles saben cuándo algo empieza a cambiar.

Esta edición forma parte de nuestra serie editorial sobre coraje ciudadano y dictaduras con fecha de vencimiento.

©2025 Don Afano – columnista freelance del Ministerio (del revés).
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