
ElCanillita.info
Argentina, 26/05/2025
Este 25 de mayo, mientras algunos se esforzaban por fingir institucionalidad en un país al borde del colapso cívico, el arzobispo de Buenos Aires eligió predicar desde el púlpito… y disparar sin balas, pero con palabras.
En una Catedral colmada de funcionarios, legisladores y otros expertos en camuflaje moral, el monseñor fustigó con claridad “el terrorismo en las redes” y “el barro de las descalificaciones, del odio y la violencia”. No dio nombres, claro. Pero el aire se cortaba con cuchillo, y no precisamente por el incienso.
El mensaje pareció dirigido —con una sutileza tan clerical como efectiva— a los nuevos apóstoles del grito, esos que convierten cada crítica en una guerra santa y cada Twitter en una trinchera. El silencio oficialista tras la homilía fue tan notable como los bostezos protocolares durante la ceremonia.
La oposición, por su parte, hizo lo que mejor sabe hacer: interpretó el sermón según conveniencia, como si Dios hubiera dicho exactamente lo que ellos querían escuchar. Mientras tanto, el pueblo —sí, ese que paga la luz, la misa y el streaming— sigue viendo cómo se degradan los gestos públicos y se multiplica el ruido.
Por eso, como decía una abuela sabia: “La madre de los maleducados está siempre encinta.” Una frase que, en la Argentina 2025, ya suena más a diagnóstico nacional que a queja de barrio.
Esta nota forma parte de nuestra serie editorial sobre retórica política y decadencia cívica.
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