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🗞️⚖️ 🇦🇷 🏛️  Miércoles de protesta, miércoles de memoria muscular. 

Argentina

Los jubilados, eternos destinatarios del ajuste más fácil, vuelven a marchar de Congreso a Plaza de Mayo como quien cumple una rutina cardíaca: caminar para sobrevivir. La postal es ya un patrimonio nacional. Eso sí, la CGT prefiere la postura fetal: eligió autoridades y entró en hibernación.

El Gobierno, envalentonado con el triunfo electoral, firmó su pacto de obediencia debida con Washington y lanzó su reforma laboral modo “Virreinato Reloaded”. Pero mientras Milei posa con Trump como figurita repetida, abajo, en el subsuelo social, algo volvió a moverse.

Las resistencias dispersas —Garrahan, Ledesma, Río Santiago, Ilva, los docentes universitarios— empiezan a encontrar eco en el centro político del país, donde los jubilados anuncian firmas, petitorio y marcha. Como todos los miércoles desde hace un año: los reprimen, vuelven; los ignoran, insistirán. La matemática de la dignidad es así: no cierra, pero funciona.

La consigna de hoy, vísperas del Día de la Soberanía, viene con filo: “Contra la entrega y el ajuste. Abajo el pacto con Trump”. No hace falta editorializar; la frase se explica sola. Un país que celebra la soberanía firmando un acuerdo que la terceriza.

En paralelo, el Frente de Lucha Piquetero afila su propio frente: hambre en los barrios, persecución y programas congelados. La Argentina real, esa que no sale en cadena nacional, pero que hace ruido en cada olla, cada corte, cada miércoles que toca aguante.

ATE, por su parte, anuncia un paro nacional. Aclara que la reforma laboral y el acuerdo con Estados Unidos “van de la mano”, como una pareja tóxica que solo sabe repartirse culpas. Reclaman paritarias, cese del vaciamiento del Estado y menos amenazas de la ministra Bullrich, que ya acumula denuncias como si fueran stickers.

La movilización arrancará temprano en todo el país, aunque sin una preparación sólida de asambleas, un clásico del sindicalismo al que le gusta improvisar sobre la marcha. Sin embargo, la chispa está ahí: el malestar se encendió, y cuando prende en los estatales suele propagarse rápido.

El Frente Sindical por la Soberanía amagaba con bailar en la pista del conflicto, pero se retiró a tiempo. Schmidt, Furlán, CTA… todos de silencio litúrgico. Y eso que estamos en pleno “pacto colonial Milei-Trump”, una oportunidad inmejorable para dejar de parecer floreros de la democracia.

La izquierda clasista, en cambio, se sumará a cada convocatoria, pidiendo paro general y plan de lucha. Y aunque no definirán solos el rumbo, son los únicos que hoy parecen entender algo básico: cuando el poder aprieta, la calle es la única contramedida que queda.

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