En la Argentina de Milei, donde el copyright parece ser una opinión y el “homenaje” un deporte extremo, era cuestión de tiempo para que algún artista decidiera devolver gentilezas. Y La Renga, que nunca pidió permiso para decir lo que piensa, eligió hacerlo con estruendo, ironía y un doble presidencial que se movía como si estuviera en cadena nacional.
La banda ya venía fastidiada: que el Presidente use Panic Show como si fuera banda sonora personal podía tolerarse un rato, pero el bajista Tete Iglesias lo dijo claro hace unos días: “El tema es nuestro, él se lo robó como se está robando todo el país”. No hay metáfora más precisa que esa. Y tampoco más incómoda para el jefe de Estado.
El episodio que desató la tormenta ocurrió en Luján, en el festival Dama’s Day, donde las Harley Davidson rugen más fuerte que cualquier discurso presidencial. Ahí, mientras sonaba el “Yo soy el león…”, apareció un Milei diminuto, enmascarado y dispuesto a burlarse de sí mismo —sin saberlo, claro— frente a miles de personas.
El imitador saltaba, hacía trompitos imaginarios y agitaba los brazos como si estuviera anunciando la dolarización definitiva. Chizzo seguía cantando, pero la escena robaba cada mirada. El público pasó del estupor a la carcajada en segundos. Y las redes hicieron el resto: viralización global en tiempo récord.
La Renga no necesitó editorial, comunicado ni conferencia de prensa. Solo un muñeco presidencial de baja estatura, una máscara bien lograda y un par de gestos exagerados para decir lo que muchos piensan y pocos gritan: no todo lo que suena en la campaña pertenece al candidato.
El gesto también fue un mensaje político en clave rockera: uno que Milei no puede responder con un hilo de X o con un guiño a The Western Wing en la ONU. Porque acá no se trata de alianzas ni de discursos; se trata de propiedad, de límites y de esa vieja palabra que en la Rosada ya suena a vintage: respeto.
La paradoja final es casi poética: el Presidente que convirtió Panic Show en su bandera terminó protagonizando, aunque sin cobrar cachet, la burla más resonante de la banda. A veces, en la Argentina, la música devuelve lo que la política se arroga.
Y cuando el escenario habla, ni el león ruge tan fuerte.
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