Argentina
El presidente Javier Milei desembarcó en Corrientes con un tono triunfalista que rozó la autoparodia: celebró como una “tremenda noticia” el acuerdo comercial con Estados Unidos y lo presentó como el inicio de una nueva era dorada, esa que —según él— nos convertiría de nuevo en “la primera potencia mundial”. No aclaró en qué siglo piensa lograrlo, pero la fe mueve montañas… y también presupuestos.
Frente a militantes libertarios que lo vitoreaban como si hubiese descubierto fuego, Milei justificó sus múltiples viajes a Estados Unidos, asegurando que “rindieron un poquito”. Catorce vuelos después, el Presidente afirma haber destrabado inversiones, abrir mercados y posicionar a la Argentina como polo global. El jet lag, al parecer, también cotiza en la épica presidencial.
Entre promesas de prosperidad, Milei anunció el eventual desembarco de OpenAI en el país, celebrándolo como si estuviéramos a un paso de reemplazar la inflación por algoritmos. “Un hub mundial de inteligencia artificial”, dijo. Mientras tanto, medio país intenta cargar la SUBE sin señal.
En paralelo, defendió su reforma laboral con un argumento casi paleolítico: si la mitad del país está en la informalidad, entonces nadie puede perder derechos. Un razonamiento digno del troncomóvil: si no hay ruedas, no hay pinchaduras. Lógica pura.
Luego repasó el resultado electoral de octubre con el mismo fervor que un hincha relatando un ascenso: “Les ganamos 41 a 24 a los kirchneristas”. Y prometió, una vez más, ser “el gobierno más reformista de la historia”. El reformismo, según Milei, arranca siempre mañana, pero se festeja hoy.
Cuando el Presidente pasa al terreno de las metáforas, el show alcanza su clímax. Aseguró que los kirchneristas no paran de hacer “recomendaciones comunistas” y remató con una línea que ya busca tatuaje: “No se renuevan, son Los Picapiedras”. Como si la política argentina fuera apenas un capítulo perdido de Hanna-Barbera.
También se burló del impuesto a la herencia y del “impuesto al cajero”, asegurando que Twitter está “más divertido que nunca”. Lo cual es cierto, si uno disfruta del caos, los memes y las artes marciales retóricas a 280 caracteres.
En síntesis: Milei vendió futuro, atacó pasado, prometió reformas y celebró acuerdos como si ya estuviéramos exportando petróleo, chips, proteínas y unicornios de la IA. Todo en un soliloquio correntino donde, por momentos, la historia argentina parecía escrita en piedra… y a pura maza.
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