Argentina
Javier Milei amaneció hoy rodeado de caras conocidas, pero con un tablero rearmado. La primera reunión del nuevo Gabinete comenzó antes de las diez, con Manuel Adorni debutando como jefe de ministros y Diego Santilli estrenando despacho en Interior. Un relanzamiento de gestión con perfume a refundación y aroma a interna recién horneada.
Adorni, fiel a su estilo de puntualidad monacal, llegó antes de las ocho y fue recibido por fotógrafos que, cual corte de casamiento, retrataron a cada ministro en su entrada triunfal. Solo dos escaparon a la cámara: la misteriosa abogada presidencial, María Ibarzabal Murphy, y el consejero sin cargo pero con poder de facto, Santiago Caputo.
La coreografía del ingreso fue cuidadosamente ensayada. A las 9:15 entró el Presidente; a las 9:30, Santilli. En el Salón de los Bustos ya esperaban Caputo (el ministro real, no el asesor), Bullrich, Pettovello, Petri, Cúneo Libarona y compañía. Faltó solo uno: Sturzenegger, en misión madrileña de desregulación transcontinental.
El mensaje era claro: nueva temporada, mismos protagonistas, con leves rotaciones de silla. Karina Milei, omnipresente secretaria general, reforzó su control del equipo colocando a su leal Adorni en el puesto que deja Guillermo Francos, el último que intentó “ordenar” políticamente al Presidente y acabó eyectado por exceso de autonomía.
Santilli, por su parte, asumió prometiendo “las transformaciones que el país necesita”, una frase tan elástica como la paciencia de los gobernadores que deberá convencer. Es, sin embargo, un movimiento quirúrgico: más digerible para los caputistas, pero suficientemente político para negociar sin prender fuego la mesa.
Mientras tanto, el otro Caputo —Santiago, el asesor— observa desde la penumbra. Su rol, por ahora, queda flotando entre el mito y la marginalidad. “Va a seguir desde afuera, que era lo que quería”, repiten en Balcarce 50, aunque nadie sabe bien si eso significa “con menos poder” o “sin testigos”.
En los pasillos se habla de “segunda etapa”, “refundación”, “ajuste 2.0”. Pero el verdadero experimento apenas empieza: probar si el Gobierno puede funcionar sin que cada decisión termine en una pelea entre la hermana y el gurú.
Por ahora, Milei disfruta el momento. Tiene nuevo elenco, cámaras encendidas y alfombra roja. El guion, como siempre, se escribirá después.
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