
Por Redacción ElCanillita.info
Argentina, 25/07/2025
Alguna vez, Perón prometió que Argentina exportaría energía nuclear en botellas de medio litro. Fue una exageración poética, un destello de nacionalismo atómico. Hoy, más de medio siglo después, el gobierno libertario de Javier Milei —que le teme al Estado, pero no tanto como para renegar de sus inventos útiles— desempolva el sueño nuclear con nombre nuevo: ACR-300.
¿De qué se trata? De un reactor modular argentino de 300 megavatios, diseñado por INVAP, la empresa estatal que ya ha mandado satélites al espacio y reactores a Argelia, Australia y los Emiratos. Este no es un reactor de juguete: es serio, compacto y ambicioso. Tanto que ya está patentado en Estados Unidos y forma parte de un plan que Milei llama sin rubor “la revolución nuclear argentina”. ¿Exagerado? Sin duda. ¿Sin base? No tanto.
La promesa es instalar hasta cuatro módulos ACR-300 en Atucha, crear una “ciudad nuclear” para atraer centros de datos internacionales y reactivar la producción nacional de uranio. Suena bien en PowerPoint. El problema es que la experiencia previa, el CAREM-25, lleva más de una década parado, inacabado y casi olvidado, como tantos otros proyectos que la política bendice y luego castiga con la indiferencia presupuestaria.
Pero esta vez la fórmula incluye un ingrediente nuevo: inversores privados. INVAP ya firmó con un socio yanqui (de identidad reservada, como en las películas de espías), y el gobierno asegura que no costará un peso al contribuyente. Eso, claro, si no aparecen a mitad de camino las clásicas “condiciones cambiantes del mercado” o un giro ideológico que mande todo al freezer.
¿Puede funcionar? Técnicamente sí. Argentina tiene recursos humanos, experiencia regulatoria y una industria que supo ser de vanguardia. El problema no es la ciencia, sino la política. Lo nuclear no es para ansiosos ni tuiteros: lleva años, necesita coherencia y planificación. No se improvisa en cadena nacional.
Así que, entre el escepticismo de algunos y el entusiasmo de otros, el ACR-300 avanza en planos y anuncios. No hay todavía un ladrillo puesto, pero hay humo… y no es precisamente del bueno.
Como siempre, entre lo que se dice y lo que se hace, hay una grieta que ni el uranio enriquecido puede sellar. Pero al menos, esta vez, el delirio tiene planos, socios y patentes. Ya es más que una botella vacía.
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