Querido Juan B:
Gracias por tu mensaje. ¡Qué regalo para este 9 de Julio! En tiempos donde la palabra libertad se grita en afiches, pancartas y cadenas nacionales, vos venís a recordarnos que hay un rincón más íntimo, más silencioso, donde la libertad no se impone… se habita.
Ser libre no es solo romper cadenas externas, sino también aprender a convivir con uno mismo cuando se cierran las puertas, cuando el celular se apaga y nadie está mirando. La privacidad, como decís, es esa patria chica donde nadie nos coloniza, ni el algoritmo, ni la mirada ajena, ni el dedo juzgador de la tribuna digital.
En este país que nació de la rebeldía contra imperios y virreinatos, hoy la verdadera revolución podría ser animarse a cerrar sesión, no responder el WhatsApp del grupo familiar, y mirar adentro sin miedo. Porque si bien somos expertos en gritar “¡Viva la libertad, carajo!”, a veces nos cuesta el susurro honesto de decir “esto es mío, esto no lo comparto, esto me duele y no necesito likes para validarlo”.
Así que gracias, Juan. Por recordarnos que la independencia también se celebra con introspección, con coraje silencioso, y con esa dosis de ternura que hace que no todo se convierta en espectáculo.
Que tu día —y el de todos— esté bendecido con libertad, pero también con raíces profundas, con sombra reparadora y con la paz de saber que uno puede ser libre… incluso sin subirlo a las redes.
Un abrazo enorme,
El Canillita
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