ElCanillita.info
Argentina, 20/06/2025
✒️ Por La Guardia de Papel — para ElCanillita.info
Si hay algo que Javier Milei no perdona —ni con tobillera, ni con misa de por medio— es el pasado con forma de Memorándum. En su más reciente declaración, el Presidente argentino fue claro como caldo de sobre:
Irán es enemigo de la Argentina y Cristina Kirchner deberá responder ante la Justicia.
Y por si quedaban dudas, remató con una metáfora sin azúcar:
“Un perdón presidencial sería aberrante.”
Así, con la espuma del discurso todavía fresca y el pelo más eléctrico que nunca, Milei puso los puntos sobre las íes y el NO sobre el decreto. En el banquillo imaginario —que por momentos parece una parrilla de hierro fundido—, Cristina sostiene el papel de “Orden de Excarcelación” como quien recibe una factura del gas en agosto.
Pero no está sola. Detrás de ella, como en una obra de teatro tragicómica, se forma una procesión de militares ancianos: uniformes con naftalina, bastones con medallas, y un aire a ópera de Verdi en versión criolla. Todos haciendo cola para ver si, ya que estamos, alguien se acuerda de ellos también.
Y mientras la Justicia intenta afinar sus tiempos (espóiler: siempre desafina), Milei aprovecha para despacharse también contra su ex-socio de ocasión, Mauricio Macri. Lo acusa de no haber avanzado con las reformas necesarias, de frenar privatizaciones y, de yapa, de haber interferido en el Poder Judicial.
Sí, como quien al tiempo que niega el perdón también reparte palos entre parientes lejanos.
La escena recuerda una pintura de Millais, pero pasada por el tamiz del absurdo nacional: un salón formal, una orden en la mano, una negativa tajante, y una línea de personajes que esperan justicia, venganza, redención… o simplemente no morir esperando.
Porque en esta Argentina donde los presos entran en fila y las excarcelaciones salen a sorteo, Milei elige el show de la mano dura sin firma. No perdona, no olvida, y encima pone al lechón como testigo ocular.
📌 La caricatura exclusiva de esta edición ilustra el drama con tinta y condimento. Milei grita NO con furia renacentista, Cristina levanta el papel como si fuera el boleto del último colectivo, y los militares —que ya no son peligrosos pero sí persistentes— se alinean como figuritas difíciles.
¿Habrá perdón? Difícil.
¿Habrá justicia? Posiblemente.
¿Habrá segunda porción de caricatura? Eso seguro.
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