ElCanillita.info
Argentina, 09/05/2025
Dicen que en política nada se deja al azar. Y en la sesión del Senado argentino, donde se naufragó el proyecto de ley Ficha Limpia por un voto, se notó la coreografía de los titiriteros.
Entre bastidores, los hilos los manejaba Javier Milei, que pese a su show de independencia libertaria, repartió órdenes como un General en campaña. Y entre los que marcharon al ritmo de su batuta, apareció uno que parecía retirado: Carlos Rovira, el eterno mandamás de Misiones, hoy reciclado en “diputado raso”.
Sí, leyó bien: raso. Aunque su influencia sigue siendo tan gruesa como su archivo. Esta vez, Rovira se disfrazó de humilde legislador y bajó personalmente a escena para dar “el voto justo”. No el voto limpio, claro. El voto convenientemente sucio, ese que entierra proyectos que molestan a los que acumulan prontuario en vez de curriculum.
¿Y qué decía ese molesto proyecto? Simple: impedir que los políticos condenados por corrupción en segunda instancia puedan ser candidatos. Una idea tan revolucionaria como lógica. Pero en Argentina, donde la lógica duerme con frazada en Comodoro Py, eso no va.
Y entonces, cuando el país parecía a punto de aprobar un poco de dignidad legislativa, apareció el comodín misionero. Rovira, obediente al llamado de la selva del poder, cambió el guion en el último segundo, acompañado por la senadora Rojas Decut, que también viró como veleta en tormenta.
Todo fue tan preciso que hasta parece que alguien se encargó de calmar los nervios de una dama del sur, esa que vive entre Recoleta y el recuerdo de sus fueros. Porque si la Ficha Limpia se aprobaba, doña Cristina podía quedar fichada. Y eso no estaba en el libreto de reconciliación nacional que parecen haber escrito entre rencores, rosarios y WhatsApps secretos.
Así, la “casta” volvió a mostrarse unida. Mientras Milei grita contra ella en cadena nacional, por los pasillos reparte instrucciones con la precisión de un CEO de la rosca. Y los “rasos”, como Rovira, cumplen sin chistar. Total, el que manda no siempre grita… a veces solo manda callar.
Y Cristina? Bien, gracias. Dicen que esa noche durmió como un ángel… limpio.
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